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martes, 5 de febrero de 2013

Escribiendo, siempre

Propongo una actividad nocturna: escribir poemas por la noche. No es original. De hecho, tengo un cuaderno que lleno cada noche de mis creaciones. No tienen porqué ser buenas creaciones y, en este caso, la cuestión es, sobre todo, si merece la pena escribir.
Y merece la pena.
Como el Mago Martin-Martin aconseja: cuanto más se escribe, más soltura se gana, y se escribe mejor. Y doy fe.
Esta fe no viene del culto religioso a la lírica, sino que se alcanza cierta facilidad de escritura. Es más: precisamente, la noche pasada, fui a la cama, y escribí una cantidad de poemas, no menor, pero que ocupó sus dos o tres páginas, y fechados. Ya los pasaré a limpio, cuando el cuaderno se haya agotado.
Los temas son peculiares, porque carecen de conexión entre sí. Ya llegará el tiempo de la criba, porque tendré que eliminar algunos, y dejar otros, corregirlos, decargarlos de excesos, y, por lo menos, mejorarlos.
De momento, son sólo borradores. Y sí, utilizo la palabra "sólo" con hiato, porque el mero hecho de utilizarla sin acento, puede dar a confusión, por mucho que la RAE haya dicho esto o lo otro. Incluso debería escribir un poema sobre este cambio de puntuación en el "solamente" que se torna "solitario". Es posible escribir poemas sobre casi todo. Incluso sobre la corrupción, o la realidad que estamos viviendo.
Pero la actividad nocturna, cuando me siento inspirado después de una lectura, sé que escribiré porque leo, porque alguna lectura me inspira, pero que esa inspiración ha de convertirse en trabajo, en oficio. Y que, para escribir prosa o poesía, se ha de seguir escribiendo, y esto no lo resuelve ni la ecuación de Drake.
¿Cuántos poetas pueblan los Universos? ¿Cuántos? Se admiten hipótesis.

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