La maniobra de distracción de Strike! dejó a Kiara agotada. Strike! aprovechó esta acción para vestirse de incógnito, fuera de las miradas de sus súbditos superheoicos, y por qué no decirlo, bastante atemorizados para enfrentarse con el Emperador de Tierra Krypton.
Para comprobar como podía ponerse en contacto con Luthor, decidió moverse por los niveles más bajos y pobres de las miserias de la ciudad. De hecho, Metrópolis había cambiado mucho, y sólo en los niveles superiores vivían mejor que en los bajos fondos, donde iban a parar los "desechos" o personas que habían dejarlo de serlo, por caer en desgracia.
Supo que Luthor se había refugiado en los niveles inferiores para no llamar la atención, y porque Kiara se lo había dicho cuando, en uno de sus orgasmos, lo soltó con insistencia.
-En los niveles inferiores-y gimió de placer y agotamiento, en ese paroxismo dulce del placer.
Pero había algo más: Batman era un proscrito, y Luthor, quizás también lo era. Strike! se dirigió a un mendigo andrajoso que se calentaba al fuego de una hoguera en un cubo de metal. La hoguera chispeaba vomitando cenizas azules.
-Busco a Luthor.
-¿Quién lo busca?-preguntó el mendigo.
-Un amigo.
-El Gran Luthor no tiene amigos. Sólo tiene su fe(1).
-La fe no lo es todo.
-Palabras de perdedor. Cuando el Monarca subió al poder, de nada sirve la materia.
"Se refiere a mí", pensó Strike!,"me pregunto qué hice o qué no hice".
-¿Hacen unas monedas?
-De nada sirve la materia.
-Pero tengo que encontrar al Gran Luthor, insisto.
-El oro se encuentra aún más profundamente enterrado-dijo el mendigo-Sígueme.
Strike! siguió al mendigo. Descendieron por un montacargas sucio de sangre y orín, que ensordecía con su ruido metálico. El recorrido era extremadamente grande y extenso. Strike! sintió como descendía al mismísimo infierno, y su corazón se le aceleró. Trató de tranquilizarse, sin éxito. Le preocupaba la sangre del montacargas.
-Sangre de infieles-dijo el mendigo.
El montacargas paró. El mendigo golpeó la puerta de metal tiznado de grasa seca y maloliente, y la puerta se abrió, con un crujido molesto y oxidado.
-Llamad al Gran Luthor-y el mendigo pronunció un Sura del Corán.
-¿Es extranjero o infiel?-preguntó una voz. Era Muhammad Luthor, no había duda.
-Ambas cosas.
-Que entre; pero que se descalce primero. Este templo es puro, y no quiero que un extranjero lo contamine. Cerrad la puerta, y no me molestéis más.
-Sí, Gran Luthor.
Y la puerta se cerró, como si le dolieran todos los remaches y junturas.
-Sé quién eres. No hace falta que ocultes tu rostro de mestizo, David-El. Podría matarte ahora mismo, pero no puedo moverme.
Estaba oscuro, pero las luces se encendieron, y Luthor permanecía en el interior de una máquina enorme, en donde sólo se le distinguía la cara, con mucha barba, y el cabello cortado al cero, mostrando un rostro moreno y un cráneo pelado, igual de tostado.
La máquina era una esfera dorada que emitía silbidos por una inteligencia artificial.
-¿Contento de tú obra, oh Gran Monarca?
Strike! se quitó la capucha.
-¿Qué te hice?
-Ciego es aquél que no mira a la verdad con los ojos. ¿Qué quieres de mí, David-El? ¿Vienes a romperme más los huesos? ¿A triturarme el hígado, a destruirme?
-Quiero encontrar a Batman, y que me expliques que pasó durante mi ausencia.
Luthor se rió, sarcástico.
-En realidad, nunca te fuiste. Quédate. Hay mucho que contar, y yo tengo poco tiempo. El suficiente para morir, y el necesario para matarte.
Strike! utilizó sus rayos x para detectar la bomba, en el interior de la esfera, cargada con kryptonita.
"¡Ostras!", fue el pensamiento de Strike!, que en estos momentos, recordó que había sido bibliotecario.
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