El tiempo es el enemigo principal de esta joya. Está claro que el tiempo, y también, unos animalillos, ratas o insectos, que aprovechan para roer lo que encuentran más a mano o a garra. Recuperar estos manuscritos, no sólo es trabajo de especialistas, sino que nuestra responsabilidad, consiste, en muchos casos, en no perderlos.
Las páginas se encuentran deshilachadas, carcomidas por las ratas y la carcoma (que sí, que ataca la madera, pero los libros manuscritos, en ocasiones, se componen también de algo de papel; pero, generalmente, es el desgaste el que consume el pergamino de piel o de seda); también, que suele ser tan delicado, que, en muchas ocasiones, muchos no llegan al final, por culpa de la humedad, y la total carencia de cuidado.
Está claro que coleccionar estos manuscritos, donados la mayoría, es un trabajo la recuperación por especialistas, que sepan cómo restaurarlos y exponerlos. Muchos se digitalizan; pero hemos perdido numerosos manuscritos por un cuidado irresponsable. La ciencia que contienen, también se han perdido, y no es extraño que salga alguien con una copia falseada del mismo manuscrito.
Llega el momento en que, por lo menos, es necesario, sobre todo, recuperar estas perlas, y eso, a pesar de que se queden en museos o exposiciones, tras un anaquel de cristal, y con máximas medidas de seguridad.
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