Los escritos quedan, y más los escritos en papel, sea de tela, piel o fibra. Pero un fuego puede echar a perderlos todos, hasta el punto que, aquello que se escribe, queda para siempre. Pero según haga calor o frío, así se mantendrá. De ahí que lo de Gibraltar sea una chapuza.
Los ingleses, durante la Guerra de Sucesión, deciden quedarse con la peña y hacerla suya (se supone que por cuestiones militares y estratégicas); pero no hay nada escrito, en este nido de la piratería que tenemos en el Mediterráneo. Piratas que dicen que sus aguas no son las de España, cuando es, por completo, territorio español. Y no, no hay nada escrito. Ni la peña se escogió por motivos militares, ni por razones que evidencian que La Isla, quiere, a toda costa, colonizar un territorio muy pequeño de España. En realidad, la Isla es colonial, un Imperio, que ya está dando sus coletazos. Si fuéramos Hong Kong, ya se podrían de patitas hacia la Gran Bretaña, que, por cierto, se comporta, en ocasiones, como una ramera caprichosa, y los ministros saltan con lo de Franco. ¿Quiénes viven en el pasado? Los políticos ingleses, los llanitos que no pagan impuestos y viven en suelo español. Los llanitos que son unos bucaneros y unos filibusteros que no han firmado nada porque no saben escribir la palabra "moral" en sus mentes.
Pero saldrán perjudicados, porque el control ha de ejercerse férreo, hasta el punto que, en más de una ocasión, es mejor aclarar las cosas con el mohoso colonialismo anglosajón.
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