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miércoles, 28 de agosto de 2013

Garabateando cuadernos

No siempre. Hay días en los que es imposible, pero, como dijo Sherlock Holmes, lo imposible puede ser posible, no en cuanto a probabilidades, porque dichas probabilidades no se pueden cumplir, y caen en el error.
Uno de los inventos que el ser humano tuvo, desde que empezó a moverse por el mundo, fue la escritura. De hecho, la primera civilización que inventó la escritura fue la sumeria, en Mesopotamia. Otra cosa consiste en averiguar quién fue el lumbreras que tradujo los sonidos en palabras. Aún no se ha encontrado al culpable, que no lo es, puesto que fue una necesidad, para descanso de la memoria, y de la desmemoria.
Podemos imaginarnos al inventor del alfabeto sumerio, interceptando los sonidos para luego crear un lenguaje y nacer un idioma. ¿Le llevó años? ¿Lo creó de un día para otro, así, sin querer, o fue el monarca sumerio quien ordenó un lenguaje, la traducción de los sonidos en palabras? Algunas teorías sostienen que fue otra civilización, tal como Hermes Toth a los egipcios. Pero, lo más extraño es que no se ponen de acuerdo ni a tiros.
Otros son más modestos, y creen que se debió a una urgencia, para preservar la memoria en la escritura. No me extraña, porque el Código de Hammurabi es babilonio, y van a la zaga con los sumerios. El monarca babilonio decidió imponer un código civil y penal, y lo consiguió. Y esto lo saben hasta las piedras que sirvieron para garabatearlo.
Luego, más adelante, del cuero se pasó al papel, y los libros aprendieron a volar. En nuestra época, el cuaderno sigue siendo imprescindible, y no es necesario ni tablillas de arcilla ni piedras o columnas. Además, es más discreto, y no se hace necesario asustar a los ciudadanos con códigos de monarcas megalómanos. Me refiero al babilonio, claro. Demasiado Hammurabi.

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