O levitadores, porque en la imagen se encuentran levitando. Estos efectos especiales son increíbles. De la misma manera una nave imaginaria puede surgir en el espacio, o surcarlo, o un hombre común, porque hasta los actores son personas comunes, con mejor suerte, y volar por el cielo, con el traje de aquel personaje que estén interpretando. Pero siempre es increíble ver los libros volar o levitar con vida propia, aún tratándose de un efecto visual, del Photoshop o de cualquier otro programa. Siempre se ha dicho que soñar es gratis, pero soñar es un arte. Y más, soñar despiertos.
Pero estos libros no parecen atacar, más bien huyen. Ignoro la razón. Huyen por cualquier cosa, como cuando a un perro le asustan los petardos o el sonido del trueno. Sale dolorido y escopetado. Es posible que la magia estribe en la naturaleza de la propia imagen. Además, todos hemos soñado con volar, pero, si tuviéramos alas, seríamos unos seres de otra naturaleza, y las leyes de la física, como dejó escrito Einstein, serían diferentes en ese bizarro universo. De momento, los libros también vuelan. Y las palabras. Que no se las lleve el viento.
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