¿Hasta qué momento se puede evitar lo inevitable? Eso de evitar que, por lo menos, no ocurra y, sin embargo, sucede. No es posible que lo inevitable acontezca. Sucede, y punto.
No es agradable saber que, inevitablemente, el acto en cuestión se realice sin el control de uno. Lo inevitable gana la partida. El Destino, ese que todos conocemos, es inevitable. Sucede, acontece, y da lugar a ciertas especulaciones nada agradables.
Que un vehículo haga el recorrido todos los días, es inevitable. teniendo en cuenta que el recorrido diario es el mismo. La inevitabilidad es como la repetición: la repetición siempre se repite. De ahí que la repetición sea inevitable. Vivimos, y nos engañamos en un mundo monótono e inevitable.
También, el paso del tiempo, registrado en todos los dispositivos, es un grado más de inevitabilidad. Cuando consultamos la hora, nuestra curiosidad y control son inevitables. Pero hay hechos inevitables que no son monótonos, porque son distintos cada día.
Como la lectura, el ocio, la convivencia (si hay conflictos, que siempre los hay, son inevitables) y la búsqueda del equilibrio. Que el peso oscile de un lado a otro, es inevitable. La balanza decide y es inevitable. Cada nuevo día es igual y distinto al anterior, por la misma razón de que es inevitable, y eso es imposible de mejorar. Para algunos, será un gran día, y para otros, será uno malo. Es inevitable.
Arrastramos la inevitabilidad desde nuestro nacimiento. Nacer vivos o muertos, es uno de los hechos más inevitables, porque nadie impone sus reglas al Destino, por mucho conocimiento genético que se tenga. La muerte es inevitable.
Escribir todos los días es evitable, pero es inevitable el compromiso de escribir. Que nos lean o no, es inevitable, porque, a lo mejor, aquello que escribo no es interesante. Tampoco me preocupa, esto es un blog inevitable, y cada uno decide si desea leerlo o no. Cada uno es libre.
Para un escritor, escribir es inevitable. Habrá días en los que no están muy lúcidos y no luzcan ese día o en ese momento. Errar es inevitable, hasta tal punto, que esa misma inevitabilidad es posible manejarla, pero será la inevitabilidad de lo inevitable.
Lo inevitable es indestructible.