Las caídas son inevitables, y posibles. A lo largo de la vida, las caídas vienen solas. Uno se puede caer por cualquier cosa. De pronto, si no nos caemos, podemos rezar y dar las gracias, pero que las caídas son inevitables. Posible, en cambio, es evitarlas, porque son inevitables.
Cada caída se deben a unas ciertas posibilidades de evitarlas; luego, llegan los esguinces y, hasta tal punto que, como no se pueden evitar, hay que tomarlas como vienen. Por eso, las caídas, en estos casos, ya son marca de fábrica y de legado.
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