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jueves, 6 de febrero de 2014

Mortal

Uno se sabe mortal cuando el cuerpo recibe heridas, y cuando estas cierran, se siente aún más mortal que las primeras veces. Cuando se sangra, se pierde algo de energía, hasta tal punto que se nos escapa un poco la vida.
no por eso, se ha de eliminar la inmortalidad, pero la mortalidad es un pormenor del tiempo, porque equivale a un reloj de arena que no deja de consumir el tiempo, de manera irremediable. No podemos luchar contra el Tiempo, porque es el Tiempo quien nos envejece cada año, o cada día, o cada hora. Por eso somos mortales: en parte por el Tiempo, y en parte, porque nada más nacer, no se nos impide no morir, sino que la arena cae para nuestro acabamiento.
Acabamiento es una palabra que significa fin; pero esta se da un portazo con ese fin; puesto que no conocemos, pero intuimos que la muerte es una transición, ese fin, no es definitivo. Pero necesitaremos más datos, que la ciencia oficial se niega a admitir. La ciencia jamás aceptará que haya acabamiento alguno; pero no es para ponerse a resucitar muertos, que sería un epílogo, poco antes de la muerte cierta, por llamarla de alguna manera.
Pero somos mortales, y no nos queda otro remedio que aspirar a la longevidad. El reloj de arena no se parará, pero habrá que girarlo varias veces, para que el mismo siga computando. Y ese mismo conteo, no acaba casi nunca. Sabernos mortales no nos hará mejores personas, pero si lo recordamos, será mejor dejar un buen legado antes de abandonar; que no abandonamos, sino que nuestro acabamiento es un hecho.
No firmamos un contrato para ser mortales, sino que ese contrato ya estaba incluido en nuestros genes. Eso no significa que haya mucho drama. En realidad, el acabamiento es un hecho natural. Hay más: los animales domésticos o salvajes, ignoran cómo será su final. Carecen, en ocasiones, de la capacidad para ver su acabamiento; eso no significa que lo intuyan. La presa de un león sabe que va a acabar cuando el león la hiere de muerte. Es un acabamiento de la ley de la Naturaleza, la más básica de todas: la supervivencia. Un acabamiento que se convierte en carne para alimentarse el propio, a la prole del mismo.
Por eso creo que hay que evitar dramatizar, y saberse que, dentro de la mortalidad, es posible hacer grandes cosas. O quizás, cosas pequeñitas que serán grandes. Llámense hazañas distinguidas, o acciones legendarias. Las heridas siempre significan algo.

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