La falta de concentración es uno de los problemas de muchos que se dedican a escribir y a estudiar. Por una parte, necesitamos momentos de desconexión, para regresar con más fuerza. Hay días en los que no se nos ocurre nada interesante y, aún careciendo de bloqueo, cuando hay déficit de atención, se acaba pagando caro, hasta el punto que, lo deseemos o no, llega el momento de parar.
También, el transcurso de la edad, que hay que llenar con otras actividades, o el recuerdo de días pasados, o años pasados en los que vivir era insoportable. Bueno, esto se supera escribiendo, liberando nuestros demonios interiores y luchando contra aquello que no podemos ver, pero intuimos, y está allí.
También, que un cuaderno puede ayudar, o poner en orden las cosas, y finalizar esa libreta que, llenas de poemas, se utilizará en otros momentos para seleccionar algunos. Incluso el trabajo que queda retrasado. En fin, poco después, es posible recuperar la atención, con más brío y energías.
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