La cicatriz de la sien ha cerrado por completo, pero queda la marca pálida de la herida, y el rasgón es evidente. Cuando, por una parte, al rasgarse la piel, la hemorragia fue escandalosa, por la sangre, ahora queda la cicatriz, que indica que nuevas células han sustituido a las dañadas.
Pero, transcurrida la semana, la cicatriz es pequeña, y el desmayo fue inevitable. Mejor será perder el conocimiento de pie, que caerse uno sentado, para no abrir brechas sin el sentido, o con el sentido perdido y con la consciencia desvanecida. Que da la sensación de parecer normal, pero desmayarse y que la tensión disminuya, no es nada normal. De hecho, la tensión sanguínea cayó como cae la Bolsa, en ocasiones, a la baja, y el descenso fue en unos segundos que no pude contar.
Queda, en cambio, el dolor de la herida. Al tocar un poco la cicatriz, queda esa reminiscencia del dolor difícil de identificar. Hasta que desaparece.
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