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sábado, 5 de febrero de 2011

El sufrimiento de Logan


Esta no es una meditación profunda, pero algo tiene. Es sabido que, por mucho que le vaya mal a un héroe, este mismo se recupera con facilidad. Sin embargo, a sus espaldas llevan encima el peso de una gran responsabilidad (y esto es válido tanto para los superhéroes de la Marvel como de la DC); centrémonos en Logan: en su interior prevalece una ira imposible de controlar, con la potencia de un tsunami, hasta tal punto que, si no se autocontrola, puede provocar más de una muerte. A Logan no lo trataron muy bien cuando lo convirtieron en lo que es, músculos, órganos y carne y piel y sangre con un exoesqueleto de adamantium (el metal más resistente y duro, del mismo material que el escudo del Capitán América); lo cierto es que, a pesar de su nacimiento con genética mutante, jamás se encontró a gusto consigo mismo, porque no recordaba sus orígenes, y eso ya es bastante molesto. Y su ira no es contra la Humanidad, sino contra los Gobiernos. Conoce muy bien los tejemanejes, y las medias verdades, por eso no lucha contra los humanos desprovistos del Gen X, sino que los protege. Procura que nadie salga malparado, y controla su ira, excepto cuando se le descontrola su instinto animal: su hijo, por ejemplo, ya en la edad adulta, es un psicópata descontrolado con garras. De ahí que, en estos momentos, Logan se debate entre dejarlo vivir, o encerrarlo para siempre. Porque Logan no mata, pero su vástago, sí. Por lo visto, esto es bastante negativo, porque deja muy mal al progenitor (con excepción del hijo de Hulk, que sobrevive como puede), y en dónde la ética y la moral brillan por su completa ausencia. En fin, que la ira y el sufrimiento, en Logan/Lobezno, está más que justificada.

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