"Soy el capitán Jebediah Johnson, informo a los pasajeros que el Jet aterrizará en un par de minutos, tras una maniobra en un bucle espacial, permitiendo regresar a la vieja gravedad. Por eso les pido a los pasajeros que los niños y mujeres y ancianos regresen a sus asientos, pues será una sensación brusca muy molesta". Y la comunicación se cortó.
-Despierta, dormilón-gritó Doc Eckman- Ya hemos llegado.
David-El abandonó su vigilia mientras saboreaba, en su mente, los labios, en el sueño, de Kiara. Tambié se le mezcló el imponente físico de una azafata rubia que le había servido el almuerzo, la merienda y el desayuno y un favor que le hizo conectándole a Internet, sin que los demás del pasaje se enteraran. Recordaba que ella le había dicho que lo hacía porque le gustaba. Cuando se despertó del todo, la azafata se acercó, y lo besó ligeramente en los labios. Luego desapareció como cuando desaparece un oasis en el desierto.
-Tendrás mucho éxito con las mujeres, Strike!-comentó Doc Eckman, y luego se rió divertido, ante la mirada, un tanto confusa, de David-El.
-Me temo que no. No me ha dado el número de móvil.
-Te equivocas-y Doc Eckman le mostró la dirección de correo y el móvil- Has triunfado, hijo.
-¡Y dále! Pero que manía de llamarme hijo. ¡Qué mis padres aún viven!
-Bueno-terció Doc Eckman-dejemos la plática. Nos espera una semana muy movida.
La nave o jet aterrizó en el Navepuerto JFK de Nueva York. Ahora quedaba que leyeran los pasaportes. Aquí no había Fuerzas Rubalcaba; pero miraban a los españoles con lupa, y además, el cielo era azul albiceleste y no rojo sangre.
Después de pasar por varios controles (incluso de rayos x) Doc Eckman y David-El tuvieron que esperar a rellenar un formulario en unos ordenadores. Preguntas sobre sus intenciones, nacionalidad, si viaje de trabajo o de placer, o si intentarían un magnicidio contra el actual Presidente de los Estados Unidos, Muhamad Luthor. Un islamista que subió al Poder, pero de intenciones dudosas, y que había aumentado la seguridad draconiana en los Navepuertos de todo el país de las oportunidades.
Pasada la tediosa prueba y ordalía, los ordenadores dieron por válidos los formularios, indicando a los turistas o visitantes que podían pasar, con el aviso de que, si cometían algún atropello o delito durante su estancia, serían deportados a su país en dos segundos.
Cuando Doc Eckman y David-El llegaron los esperaba un androide de las Corporaciones Wayne (las únicas empresas que Luthor no podía tocar o lanzar pullas o perjudicarlas) y preguntó la máquina adónde deseaban ir:
-A Metrópolis.
-Encantado de volver a verlo, Doctor Eckman. ¿Es su hijo?
David-El se llevó las manos a la cabeza:
-Ya empezamos.
-Casi. Es la joya más valiosa que tienen las Corporaciones Wayne. Pero hablaremos en un lugar más discreto.
-Comprendido. Tomen asiento.
Dentro del vehículo, el androide preguntó:
-¿Qué tal el viaje, joven El?
-Creía que no me conocía.
-Lo sabemos todo. Pero somos los guardianes del secreto. Lo del exterior fue una formalidad, para no levantar sospechas. ¿Qué tal el viaje?
-Muy cansado.
-Muy cansado.
-Ni caso-interrumpió Doc Eckman-Se ha pasado las seis horas durmiendo y las dos anteriores tonteando con las azafatas.
-¡Como si eso fuera un pecado!
Doc Eckman sonrió.
-Aparte-interrumpió Doc Eckman- ¿Cómo está el viejo Wayne?
-Entrando y saliendo del psiquiátrico, Doctor. Ya sabe que heredó los genes del psicópata de su tatarabuelo, el cuarto o quinto Robin. Apenas puede ejercer de símbolo en Gotham. Teme descontrolarse y destruir todo lo que construyó su antepasado. Herencia de Ras Al Ghul.
-Comprendo, pero, ¿se maneja en las Corporaciones?
-Con mano de hierro, Doctor. No hay quien le tosa.
-Bueno es saberlo. Cuando nos acerques a Metrópolis avisa a Wayne XXV que hemos llegado. Incorporaré nuestros datos y la Hoja de Ruta en el software del vehículo.
-Sí, Doctor. Tengan cuidado y sean prudentes.
-Ya lo has oído, Strike!
David-El bostezó un poco, y aunque sabía que era para su propia seguridad, en ocasiones, tanto ajetreo se le volvía agotador.
-Está bien.
-Ya hemos llegado-dijo el androide.
Y David vio una Metrópolis que superaba a su leyenda: brillante, elegante, limpia como el Castillo de Camelot, o era Camelot mismo.
-Reconstrucción de las Corporaciones Wayne después de la Gran Batalla.
David-El dibujó en su rostro una mueca de asombro.
-Dos palabras-dijo el medio kryptoniano-Im-Presionante.
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