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viernes, 11 de febrero de 2011

Strike! NAVEPUERTO


En el Navepuerto de Barajas sólo las personas pudientes podían permitirse viajar. David-El y Doc Eckman se presentaron con los billetes y los pasaportes. También estaban los soldados de las Fuerzas Rubalcaba, de rojo y blanco con cascos con visera de cristal y con los rostros ocultos. Doc Eckman comentó en un murmullo a David-El que permaneciese tranquilo, que las Fuerzas Rubalcaba no podían sospechar nada. En una de las inmensas pantallas de plasma, se veía una imagen de uno de los descendientes de Rubalcaba, medio calvo y rollizo, con barba, comentando:

-No. No formule esa pregunta. Mis Fuerzas no han disparado a ningún individuo que volara. De hecho, no he recibido ningún informe sobre esa anécdota. Usted está equivocada. No utilizo mi poder militar para mi propio provecho. En realidad, no hay constancia de que eso haya sucedido.

David-El, exclamó:

-Hijo de...- pero se interrumpió porque Doc Eckman le había golpeado en la mandíbula, y nuestro héroe se desmayó del golpe. Un soldado de las Fuerzas Rubalcaba se acercó y preguntó:

-¿Tiene algún problema, señor?

-Oh, ninguno, agente. Es que el chico bebió mucho anoche, y se ha exaltado un poco.

-Bien-dijo el soldado-pues circule.

-Sí, agente.

Cuando entró en embarque, pasando por la Aduana, Doc Eckman se alegró de que los pasaportes, electrónicamente falsificados, pero legales, funcionaran a la perfección. Le preguntaron por David-El, y porque estaba dormido:

-La resaca de ayer. Esta juventud no controla nada.

Lo dejaron pasar. Por suerte, en el equipaje, no llevaba nada sospechoso.

Ya en la nave, Doc Eckman y David-El pudieron ocupar sus asientos. David-El se despertó de su desmayo, y dijo:
_¿Me he perdido algo?

-Casi, hijo... ¡la cabeza, maldito estúpido!_explotó Doc Eckman- Y no nos han descubierto de milagro. Será imbécil el chico. Capullo. La próxima vez te rebano el pescuezo.

David-El prefirió callar. Después de todo, esta vez el viejo Doc Eckman tenía toda la razón.

-Bueno, chico-dijo más calmado Doc Eckman-rumbo a tus orígenes.

Avisaron de que la nave iba a despegar.

-Sí, ya. Lo mismo de siempre. Ocho horas de viaje a 200.0000 metros, gravedad cero, y con las azafatas más macizonas del Globo.

Doc Eckman sonrió:

-Me alegra que te lo tomes con humor, chico.

Y la Nave despegó. Los pasajeros no notaron nada porque estaba concienzudamente diseñada. Pero ocho horas, eran muchas horas de viaje.

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