Últimamente me estoy leyendo a Stanislaw Lem, el escritor ruso de ciencia ficción, en muchas ocasiones, cómica pero cubierta de sentido, y que tuvo que exiliarse porque fue perseguido por el régimen soviético (cuando Rusia era la URSS) y, que, de no ser porque se refugió en EE. UU. durante un tiempo, con permiso del Presidente de esa época tan fría y gris, nos hubiéramos quedado sin este autor. Lem tiene la capacidad (y perdonadme que escriba en presente, pero sé que Lem murió en los primeros años del siglo XXI) de sintetizar una ideología y criticarla, conociendo los pormenores del planteamiento político y hallando una solución, o volviendo a criticar sus defectos. Lem siempre estuvo en contra del totalitarismo, y de varios -ismos. Por ejemplo, el comunismo y el socialismo no lo convencían nada. De ahí que sacara punta al régimen soviético y a las autoridades totalitarias, en donde la libertad del individuo nada significaba. Por eso, Lem hubo de exiliarse a EE. UU.; su vida corría peligro, y al régimen no le gustaba que le recordaran sus defectos. De hecho, en toda la obra de Lem, lo importante es el individuo frente a la plana colectividad, en un mundo monótono donde, de alguna manera, la libertad individual no existe. Por eso, en sus Diarios de las Estrellas saca punta a las conspiraciones, o como la libertad es rechazada de lleno. Tened en cuenta que el régimen que vivió era demasiado controlador, y pudo dar con su cuerpo en los pogromos durante la Guerra Fría, e incluso antes. Por lo menos, se salvó de Siberia, pero no de la persecución. Vivió Lem una cautividad terrible, pero fue premiado y reconocida su obra, como original y humanista.
Eight days a week... I love you
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He perdido a algunas personas muy queridas para mí. John es uno. Se fue
hace muchos años un día como hoy. Le quería y todavía le quiero. Es algo
inevitable...
Hace 12 años
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