Un mes con mucho calor, que he pasado escribiendo quizás sobre cuestiones peregrinas. Desde que este blog lo puse en funcionamiento, ha tratado de ser variable. Aún me quedan entradas por escribir y etiquetas por multiplicar.
Hemos pasado un mes por agua y demasiado calor, un calor agradable algunas veces, y agobiante e irrespirable en otras. La crisis continúa. No parece que se vaya a acabar; pero, en este caso, el verano sirve para disrfrutar, hasta el punto de que, en muchas ocasiones, hasta ni de las vacaciones es posible disfrutar, porque todo el planeta se encuentra en una crisis que algunos prefieren obviar, y de la que otros se aprovechan.
Ya quisiera (pero odio esta palabreja) que las cosas se arreglaran, pero los culpables son otros, que aprovechan las pérdidas para guardar y aumentar sus ganancias. Hay mucho río revuelto, y los peces están ahí; mas las redes las imponen otros.
A esto se suma la corrupción en casi todos los estamentos del país, y el aumento del paro, que vamos camino de los seis millones. Y la guerra, siempre presente, visual e invisible. No voy a ser tan ingenuo como para pensar que todo puede arreglarse. Los acontecimientos históricos van lentos, o se encuentran dinámicos pero con pies de cemento. Esperemos que el mes que viene se presente mejor.
O, por lo menos, que se intente.
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