No hay reglas, pero sí estrategias. Las notas pueden pasarse a limpio, y lograr lo imposible: forjar una historia. Pero no soy el más aconsejable. Cada uno ha de averiguarlo por sí mismo. Unos de mis defectos consiste en que se me arruga la letra, que ya de por sí, es bastante diminuta. Ya escribí, en otra ocasión, que la comparaban con los carácteres chinos; bueno, es una forma de decirlo.
Luego, me pierdo buscando su significado, que se torna oculto y arcano. De hecho, tengo cuadernos en donde, meses después, ni idea tengo de las notas; pero las descifro cual Indiana Jones en busca de sedimentación arqueológica, por aquello de encontrar la Palabra Perdida (porque, en muchas ocasiones, las palabras se nos pierden, desde luego) que nunca se deja atrapar. O el texto, claro.
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