Siempre es posible llevar un portafolio a todas partes. Por ejemplo, yo lo suelo llevar, en verano, a la piscina. Pero nunca fuera de casa. Además, un portafolio llama demasiado la atención: suele ser grande y llama la atención, incluyendo a personas que, por el mero hecho de tomar notas, no suelen verlo de la misma manera.
En cualquier lugar no es tan discreto como una libreta o un cuaderno de notas, o también, como una agenda. El portafolios, tamaño folio, dice lo mismo que un libro tamaño folio, liso y que esté bien encuadernado y listo para escribirse: llama la atención de una manera muy escandalosa (muy escandalosa, repito) y el asunto se complica cuando te dedicas a escribir sobre esto o aquello, delante del público. En primer lugar, no lo aceptan y, en segundo lugar, creerán que estás anotando cosas sobre ellos, cuando en realidad tratas de encontrar algún pensamiento que acabas de atrapar y que se puede fugar en cualquier momento.
¿Qué hacer?
La respuesta es bien sencilla. Ignorar el exterior. Sólo lo piensan, pero dudo mucho, por experiencia, que entren en acción. Las personas se preocupan muy poco de los extraños; pero es insoportable que, por el mero hecho de llevar un portafolio, te juzguen de cualquier manera. Si es negro, suele ser discreto, y nadie pregunta. Pero nadie preguntará. Es seguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario