No estoy de acuerdo en que la escritura es de dos dimensiones. Es de tres, e incluso de más, porque se vuelve y se regresa desde el interior hasta el exterior. Nuestra manera de pensar se refleja en la escritura. Quien rechaza la lectura como no válida como actividad intelectual, como pasiva, es posible que se equivoque, en parte, de medio a medio.
Está claro que podemos escribir sin necesidad de leer; pero necesitamos leer, esta experiencia íntima y contrita, para que podamos escribir. Leer sin escribir es válido; escribir, sin leer, depende de varios factores y de la persona. Algunas personas, como yo, necesitamos leer para tener siempre información útil a mano, para poderla utilizar en nuevas composiciones o escritos.
La lectura nunca está de más. Para mí, la lectura me evita el bloqueo, el tan odiado bloqueo que frena toda capacidad de creación. Sirve de llave, o de ariete que rompe el muro. En mi caso, funciona. No sé cómo les funcionará a los demás. Para mí, leer es como el respirar.
No pasa nada si no llego a leer todos los libros que me gustaría. La vida es corta, y hay demasiadas publicaciones, y un exceso de libros que seguirán en aumento. La dimensión de la escritura es algo más que emitir un juicio sobre ella. Hay más rasgando la superficie, y depende de cada persona. Claro que, tampoco es cosa de ir por la calle con el estandarte anunciando que es la escritura, o si las dimensiones dependen más de la Física que de la Literatura.
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