Superman La Película se estrenó en el año 1979. Fuentes más fidedignas calculan que fue en el año 1978; pero se debió, más bien, a un problema de desajuste. Durante el franquismo, el régimen no dejó pasar apenas películas. Sucedió lo mismo con El Cid; permitió estrenarla en España, porque hacía honor a este héroe peninsular legendario.
En cuanto a Superman, la primera vez que lo vi en la pantalla grande, conocía vagamente al personaje. No se me olvida Krypton, y ese decorado de cristal, ni a Marlon Brando en el papel de Jor El; o cuando estalla el planeta, y la nave es enviada a nuestra galaxia, para dar un nuevo hogar, al que será el padre de todos los superhéroes, y su carrera por ganar a un tren de mercancías.
Yo tenía seis años, y la primera vez que fui al cine, fue a ver Superman. También algunas de la Disney, como Dumbo, o Robin Hood, o, en todo caso, alguna que otra, de manera pasajera. Pero Superman, dirigida por Richard Donner, director de Arma Letal, y creador del Superagente 86, Maxwell Smart, no sólo me divirtió, sino que admiré la actuación de un Christopher Reeve primerizo, y que ya empezaba a conocer el mundo de bambalinas de Hollywood. En una entrevista dejó claro que no lo querían para el papel, porque carecía de tamaño muscular. Entonces, Reeve se preparó a conciencia, y aumentó un total de 80 kilos, para el personaje (en el cásting no pasaba de los 60), y eso se nota en la película. Pero buscó un físico excepcional, y que sólo sobresaliera cuando vestía las mallas azules y rojas, capa incluida.
La película me encantó porque respetaba al personaje, y la actuación de Reeves era brillante, pero siempre con el peso de Gene Hackman, que se había a conocer en Hollywood con el papel de “Popeye” Smith, un delincuente de poca monta que ejercía la profesión de policía corrupto y corruptor (su interpretación le valió un Oscar, y como actor bastante fiable para que una película funcionase), como Lex Luthor. Uno ve la cinta o DVD, y se queda impresionado. En los 80, los efectos especiales estaban en ciernes, y no habían madurado; en Superman, la película estaba tan magistralmente posproducida que, aunque vieras un error, te daba igual, porque soñabas con la imagen, y la magia. Un hombre volando.
En la serie antigua de Superman, del primero, surcaba los cielos con fotografía o imagen superpuesta. Se veía el truco, pero te daba igual. En cambio, cuando el héroe aterrizaba, la realidad se transfiguraba, mostrando, sobre todo, el buen hacer de Hollywood. Un nuevo Hollywood surgía, mientras el viejo, desaparecía. Se puede decir que Richard Donner fue el primer director que llevó a un superhéroe de DC Comics, a la pantalla. El primero, y el clásico, con la presencia de Reeves, el único Superman que sabía actuar, y que dio un giro importante, con el apocado Clark Kent, que, en la película todos sabíamos que era Superman, y a mí, me pareció, se me antojó, que la identidad secreta era demasiado débil. Superman demostró que era un dios cuando salva la vida de Lois Lane, girando el planeta al lado contrario. Esta licencia me pareció un poco exagerada pero, como sólo tenía seis años, lo daba por supuesto, porque el héroe devolvía la vida a su novia.
Pero, lo más impresionante es como todo volvía a la normalidad, y el caos desaparecía, restableciéndose el orden, y como Superman/Reeve surcaba la atmósfera azul de la Tierra, en pleno vuelo, ascendía al negro espacio, y regresaba para continuar llevando justicia a los humanos, descocados y envidiosos, porque Superman estaba por encima de ellos. Es Superman, joder.
En cuanto a Superman, la primera vez que lo vi en la pantalla grande, conocía vagamente al personaje. No se me olvida Krypton, y ese decorado de cristal, ni a Marlon Brando en el papel de Jor El; o cuando estalla el planeta, y la nave es enviada a nuestra galaxia, para dar un nuevo hogar, al que será el padre de todos los superhéroes, y su carrera por ganar a un tren de mercancías.
Yo tenía seis años, y la primera vez que fui al cine, fue a ver Superman. También algunas de la Disney, como Dumbo, o Robin Hood, o, en todo caso, alguna que otra, de manera pasajera. Pero Superman, dirigida por Richard Donner, director de Arma Letal, y creador del Superagente 86, Maxwell Smart, no sólo me divirtió, sino que admiré la actuación de un Christopher Reeve primerizo, y que ya empezaba a conocer el mundo de bambalinas de Hollywood. En una entrevista dejó claro que no lo querían para el papel, porque carecía de tamaño muscular. Entonces, Reeve se preparó a conciencia, y aumentó un total de 80 kilos, para el personaje (en el cásting no pasaba de los 60), y eso se nota en la película. Pero buscó un físico excepcional, y que sólo sobresaliera cuando vestía las mallas azules y rojas, capa incluida.
La película me encantó porque respetaba al personaje, y la actuación de Reeves era brillante, pero siempre con el peso de Gene Hackman, que se había a conocer en Hollywood con el papel de “Popeye” Smith, un delincuente de poca monta que ejercía la profesión de policía corrupto y corruptor (su interpretación le valió un Oscar, y como actor bastante fiable para que una película funcionase), como Lex Luthor. Uno ve la cinta o DVD, y se queda impresionado. En los 80, los efectos especiales estaban en ciernes, y no habían madurado; en Superman, la película estaba tan magistralmente posproducida que, aunque vieras un error, te daba igual, porque soñabas con la imagen, y la magia. Un hombre volando.
En la serie antigua de Superman, del primero, surcaba los cielos con fotografía o imagen superpuesta. Se veía el truco, pero te daba igual. En cambio, cuando el héroe aterrizaba, la realidad se transfiguraba, mostrando, sobre todo, el buen hacer de Hollywood. Un nuevo Hollywood surgía, mientras el viejo, desaparecía. Se puede decir que Richard Donner fue el primer director que llevó a un superhéroe de DC Comics, a la pantalla. El primero, y el clásico, con la presencia de Reeves, el único Superman que sabía actuar, y que dio un giro importante, con el apocado Clark Kent, que, en la película todos sabíamos que era Superman, y a mí, me pareció, se me antojó, que la identidad secreta era demasiado débil. Superman demostró que era un dios cuando salva la vida de Lois Lane, girando el planeta al lado contrario. Esta licencia me pareció un poco exagerada pero, como sólo tenía seis años, lo daba por supuesto, porque el héroe devolvía la vida a su novia.
Pero, lo más impresionante es como todo volvía a la normalidad, y el caos desaparecía, restableciéndose el orden, y como Superman/Reeve surcaba la atmósfera azul de la Tierra, en pleno vuelo, ascendía al negro espacio, y regresaba para continuar llevando justicia a los humanos, descocados y envidiosos, porque Superman estaba por encima de ellos. Es Superman, joder.
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