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miércoles, 25 de mayo de 2011

Zejador el Solitario

Te has quedado solo, otra vez. Y has abandonado a los tuyos. El castigo y el varapalo es merecido. No te bastó con destrozar el país; pero la demora en tu abandono de tortuga, de lapa que se aferra a lo imposible, está ya contado. Ya te lo han repetido millones de veces: abandona el cargo. Pero tú sigues allí encaramado (que hasta Calamardo de Villa Bikini te ha dicho que lo dejes respirar); lo has visto dulce y has dicho, como un mantra o una oración poderosa: aquí me quedo, y no sueltas prenda.
Abandona, Zejador, porque cuanto más insistas más dura será la caída. Y no eres tan grande, cuando recortaste libertades, y te pusiste a prohibir como un demente desvariado. No. Tenías que crear maniobras de confusión; pero has jugado mal tus cartas, y tienes que pagar, de manera que, de ahora, en adelante, ya no intentes nada.
Las malas críticas las has buscado tú mismo. Eres el presidente más impopular, y cuando desaparezcas, podremos respirar. Echas la culpa a la crisis, cuando el único que trajo la crisis aquí, fuiste tú, intentando vendernos la moto, hasta que se te rompió el saco de los embustes. ¿Dónde están ahora las risas falsas? ¿O el negarte a hablar a los medios por tus irregularidades políticas? ¿Y Rubalcábala, dónde se ha metido, eludiendo la Ley, y dejando que la extrema izquierda se quede en Sol? ¿Qué Gobierno es este, Zejador?
Por cierto, ya no haces el numerito de la Zeja. Es señal de que tus poderes te abandonan. Por lo visto, el varapalo recibido te ha vuelto más humano, a ti, que te creías un dios. A lo mejor te lo sigues creyendo. Te has quedado solo, os habéis quedado solos, y lo merecéis. ¡Viva la Democracia!

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