Mi tía Tere nos llevó, en 1981, a ver Superman 2, la secuela de la primera película. Superman se sumó al Nuevo Hollywood, con la fiebre de las secuelas, allá, al principio de los años 80. En parte por un interés puramente comercial, y porque George Lucas estaba trabajando en el guión de La Guerra de las Galaxias, que, durante esa década, se convertiría en una legendaria trilogía. Pero el director ya no era Richard Donner, sino el director inglés, Richard Lester, que dirigía películas de acción, con un mucho de comedia. Por eso, el principio de Superman 2, se basa, sobre todo, en la comedia.
Se añadieron nuevos personajes, además de Lex Luthor, como el General Zord, enemigo declarado del padre original de Kal El, y en donde Superman deja de ser kryptoniano, para compartir su vida, con Lois Lane, como humano. Por cierto, que lo pasa bastante mal, porque los tres delincuentes o criminales de Krypton, vienen con la intención de conquistar la Tierra (lo mismo de siempre).
Pero ahí aparece el Hombre de Acero, para evitarlo. Luthor se asocia a ellos, los criminales, y se arma el caos en una Metrópolis sin paladín.
Disfruté mucho con esta película, porque los efectos especiales eran escasos, pero novedosos. Y si ya costaba dinero dirigir a tres actores más por los aires, que lanzaran rayos caloríficos, o que utilizaran la telequinesia, esta película merece, por lo menos, que se rememore el intento, por el riesgo de producirla.
Me lo pasé de vértigo, porque la belleza de una de los criminales, me tenía subyugado. O enajenado. Luego, esta actriz no volvió a aparecer, porque creo que se dedicó al teatro, tras abandonar las bambalinas de Hollywood, tras un par de películas insulsas y fallidas, en la misma década. De lápidas y fracasos está lleno el cementerio hollywoodense.
En estas películas esperas que el héroe gane; pero, en esta parte, se examina y analiza el aspecto humano del héroe. Pierde sus poderes, voluntariamente, para comprobar, por lo menos, si siendo humano, los puede comprender mejor. Y lo hace. Entonces, Kal El se da cuenta de que puede defendernos, sin necesidad de renunciar a sus poderes kryptonianos.
Magistral la lección que da, al final de la cinta, a un matón y cretino camionero:
Clark: Nunca había visto a la basura comiendo basura.
Camionero: ¿Quieres recibir otra vez, lechuguino?
Y empieza la pelea, en donde el Camionero se lastima la mano, y Clark lo empotra en la máquina de pinball.
La Camarera se queda sorprendida.
Clark mueve los brazos, y dice: Estuve haciendo pesas.
Lo gracioso es que, sabiendo el espectador que Clark es Superman, lo cómico alcanza cuotas inimaginables de diversión. Por una parte, el Camionero no supo nunca con quien se gastaba sus reales, y por otra, el orden se restablece. Bendito, Superman 2.
Se añadieron nuevos personajes, además de Lex Luthor, como el General Zord, enemigo declarado del padre original de Kal El, y en donde Superman deja de ser kryptoniano, para compartir su vida, con Lois Lane, como humano. Por cierto, que lo pasa bastante mal, porque los tres delincuentes o criminales de Krypton, vienen con la intención de conquistar la Tierra (lo mismo de siempre).
Pero ahí aparece el Hombre de Acero, para evitarlo. Luthor se asocia a ellos, los criminales, y se arma el caos en una Metrópolis sin paladín.
Disfruté mucho con esta película, porque los efectos especiales eran escasos, pero novedosos. Y si ya costaba dinero dirigir a tres actores más por los aires, que lanzaran rayos caloríficos, o que utilizaran la telequinesia, esta película merece, por lo menos, que se rememore el intento, por el riesgo de producirla.
Me lo pasé de vértigo, porque la belleza de una de los criminales, me tenía subyugado. O enajenado. Luego, esta actriz no volvió a aparecer, porque creo que se dedicó al teatro, tras abandonar las bambalinas de Hollywood, tras un par de películas insulsas y fallidas, en la misma década. De lápidas y fracasos está lleno el cementerio hollywoodense.
En estas películas esperas que el héroe gane; pero, en esta parte, se examina y analiza el aspecto humano del héroe. Pierde sus poderes, voluntariamente, para comprobar, por lo menos, si siendo humano, los puede comprender mejor. Y lo hace. Entonces, Kal El se da cuenta de que puede defendernos, sin necesidad de renunciar a sus poderes kryptonianos.
Magistral la lección que da, al final de la cinta, a un matón y cretino camionero:
Clark: Nunca había visto a la basura comiendo basura.
Camionero: ¿Quieres recibir otra vez, lechuguino?
Y empieza la pelea, en donde el Camionero se lastima la mano, y Clark lo empotra en la máquina de pinball.
La Camarera se queda sorprendida.
Clark mueve los brazos, y dice: Estuve haciendo pesas.
Lo gracioso es que, sabiendo el espectador que Clark es Superman, lo cómico alcanza cuotas inimaginables de diversión. Por una parte, el Camionero no supo nunca con quien se gastaba sus reales, y por otra, el orden se restablece. Bendito, Superman 2.
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