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viernes, 6 de mayo de 2011

Sangre y circuitos

No recuerdo nada de mi vida anterior, pero escucho los servomotores de mis brazos, y como un líquido, ligeramente espeso, pero aceitoso, circula por mi cuerpo. También el molesto glu glu que revienta en mis oídos y me marea, y mi corazón, funcionando frenético y yo, sin apenas recibir o sentir sudor. Tampoco siento mi cráneo. Es decir, lo siento, pero con una sensación algo extraña. Por una parte es mi cráneo, pero es más que un cráneo. Del cabello, ni hablamos. No existe. Lo han eliminado, pero noto el frescor de la calefacción rozando una parte extensa de mi coronilla. Sé que estoy solo, y que mi trato es como un electrodoméstico de los caros. Mi resurrección debe de costar mucho dinero, con la diferencia de que ya no soy lo que era. Lo más seguro es que sea un experimento o una prueba. Mis ojos ven. No hay pantalla digital, o alguna nanocámara instalada, con un tarjeta de memoria en el interior de mi cráneo. Eso significa que no soy, del todo, un ciborg, o un androide. Soy una especie de Prometeo, unido a una serie de cables que salen de todas las partes de mi cuerpo. Una cosa es cierta. Soy, pero no sé nada de mi pasado. Es posible que mi futuro consista en ignorar un pasado que no recuerdo. Es posible que no sea nada, y sólo signifique algo para los ingenieros dementes que me han devuelto a una existencia vacía que, para mí, no significa nada.

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