Se necesitaba algo más que un milagro, para que David-El lograra sobrevivir. Vivía en las brumas de la inconsciencia, sin el auxilio de los sentidos. Wayne XXV y Doc Eckman esperaban la recuperación del medio kryptoniano. Doc Eckman dijo que las posibilidades eran un factor cero entre mil. Es decir, David-El podría sobrevivir, o morir.
El bot de cirugía llevó a cabo un trabajo de experto. Abrió la piel de David-El, a la altura del plexo solar, y luego cortó las costillas y los músculos, con un bisturí con láser de kryptonita verde. Abrió el tórax, y advirtió la bala de kryptonita roja, incrustada en una aorta del corazón. El músculo cardíaco aún se movía, y se hallaban huellas de necrosis, provocadas por la kryptonita verde de la composición de la bala.
La operación ya era bastante complicada. El bot de cirugía se dio prisa, y la extrajo con rapidez y profesionalidad. Luego, cauterizó la herida, para cerrarla, evitando la hemorragia.
El bot de cirugía llevó a cabo la misma operación en los lugares donde estaban alojadas las otras balas o proyectiles: en el pulmón, y en los riñones. La operación salió perfectamente.
Doc Eckman y Wayne XXV se felicitaron. David-El fue destinado a una planta de observación. Tras la operación se encontraba débil. Curioso para un tipo grande, que podía hacer la competencia al Caballero Oscuro. Sólo debía seguir el camino hasta abandonar el abismo. David-El abrió los ojos.
Al despertar no recordaba nada. Luego, fue distinguiendo colores y formas, poco nítidas al principio, más definidas después. Advirtió el gesto severo pero irónico de Doc Eckman, y la faz de esperanza de Wayne XXV, que lo dedujo por su cara vestimenta de hombre de negocios.
-Lo sé, Doc-confirmó, aún débil, David-El-ha sido culpa mía.
-No-advirtió Wayne XXV-, es la kryptonita. La roja si te sirve de consuelo. Ahora, descansa. Queda mucho trabajo por hacer.
Y David-El obedeció. Le quedaba la duda sobre quién lo había utilizado, hasta casi matarlo. Se prometió que, si algún día lo agarraba, le rompería todos los huesos, uno a uno.
El bot de cirugía llevó a cabo un trabajo de experto. Abrió la piel de David-El, a la altura del plexo solar, y luego cortó las costillas y los músculos, con un bisturí con láser de kryptonita verde. Abrió el tórax, y advirtió la bala de kryptonita roja, incrustada en una aorta del corazón. El músculo cardíaco aún se movía, y se hallaban huellas de necrosis, provocadas por la kryptonita verde de la composición de la bala.
La operación ya era bastante complicada. El bot de cirugía se dio prisa, y la extrajo con rapidez y profesionalidad. Luego, cauterizó la herida, para cerrarla, evitando la hemorragia.
El bot de cirugía llevó a cabo la misma operación en los lugares donde estaban alojadas las otras balas o proyectiles: en el pulmón, y en los riñones. La operación salió perfectamente.
Doc Eckman y Wayne XXV se felicitaron. David-El fue destinado a una planta de observación. Tras la operación se encontraba débil. Curioso para un tipo grande, que podía hacer la competencia al Caballero Oscuro. Sólo debía seguir el camino hasta abandonar el abismo. David-El abrió los ojos.
Al despertar no recordaba nada. Luego, fue distinguiendo colores y formas, poco nítidas al principio, más definidas después. Advirtió el gesto severo pero irónico de Doc Eckman, y la faz de esperanza de Wayne XXV, que lo dedujo por su cara vestimenta de hombre de negocios.
-Lo sé, Doc-confirmó, aún débil, David-El-ha sido culpa mía.
-No-advirtió Wayne XXV-, es la kryptonita. La roja si te sirve de consuelo. Ahora, descansa. Queda mucho trabajo por hacer.
Y David-El obedeció. Le quedaba la duda sobre quién lo había utilizado, hasta casi matarlo. Se prometió que, si algún día lo agarraba, le rompería todos los huesos, uno a uno.
-Soy Strike!-gritó en voz alta, cuando su mentor y su amigo abandonaron la sala.
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