Es cuando sabes algo, pero no lo sabes todo. Ocurre lo mismo cuando te enteras el último, y los demás ya lo saben. O, como cuando vas al trabajo, todos están preocupados menos tú; pero, resulta que son malas noticias. Y las malas noticias se juntan y son todas desagradables. Otras veces, vienen de una en una, y no te da tiempo a asimilarlas. Las sorpresas desagradables vienen sin avisar. Entran por la puerta sin permiso, y te pillan desprevenido. Puede ser una demora de un familiar, o que a un amigo le ha pasado algo. Y te pillan de imprevisto (sí, de imprevisto, porque son imprevisibles), y te tragas el imprevisto, porque te has quedado sin habla y sin defensas, y no precisamente, de Actimel (que sí, pero no); lástima que, sobre esto, no hay soluciones rápidas. Y no llames a Superman, porque es un héroe de ficción, ni a la policía, porque está ocupada en ignorarte, para ahorrarse trabajo. La única salida es pechar con la noticia (si hay malas, que las hay), pero uno no tiene la panacea, y yo, además, no soy psicólogo profesional, de manera que sirvo de poca ayuda, y de nula. Pero, bueno, son cosas que pasan, y que, más tarde o más temprano, te pisan los talones.
Eight days a week... I love you
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He perdido a algunas personas muy queridas para mí. John es uno. Se fue
hace muchos años un día como hoy. Le quería y todavía le quiero. Es algo
inevitable...
Hace 12 años
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