Hace ya tiempo que no pertenezco a ninguna empresa como empleado. Marriott Catering se convirtió en Caterair. Los nuevos propietarios eran holandeses, y no los habían mirado bien los propios empleados, incluyendo a los ejecutivos, que desconfiaban de que su nueva aventura fuera a salir bien. Pero olvidaron que España, en el fondo, es un nido de víboras, muy venenosas y que se carece de la estima necesaria para comprender que las inversiones aquí, sólo promueven abismos ingentes de pérdidas, y un "ladronismo", por parte de los nativos, que no tiene solución.
Sky Chefs es, desde luego, un timo. Basta con ver las pérdidas, y los empleados despedidos en su momento. Entre alguno de los empleados hubo un pescado de difícil asimilación orgánica, porque estaba contaminado. Sumado a esto, la filosofía de comprar materia prima alimentaria de baja calidad, y hacerla pasar por buena. Despidos fulminantes, sin juicio sumario, y con el trabajador sin defensa ni beneficio.
Pero, durante esos años, yo ya no estaba. La empresa había cambiado tanto de nombre, que hasta las pérdidas superaban los cambios. Alguien alargaba la mano, y se llevaba la pasta. Sangrantes cantidades de dinero, y sangrantes despidos. La historia de mi vida, en la carne de los otros, que sé que eso duele, hasta tal punto, que las empresas como estas, son un timo, que, si aparecen en el Times será cuestión de horas de que estos galenos sin licencia se lleven el cadáver vacío y seco.
Dentro de lo que cabe, si cabe y hay sitio, la cuestión es bastante perjudicial. Empresas vampiro que darán sus últimos mordiscos, antes de desaparecer en la nada. Y la nada es un abismo insondable que, con un poco de poesía, se transforma en una pesadilla. Oír para ver.
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