Entradas Universales

sábado, 8 de diciembre de 2012

Exigencias laborales dictatoriales


Siempre llegaba a la tienda antes de la hora, y siempre con ganas de evacuar u orinar. Esta actitud fastidiaba al sr Fernández, que decía:
-Hay que venir cagado y meado de casa.
Por esa época yo era un semiadulto de 17 años. No podía tener un control inmediato de mi organismo y de mis funciones fisiológicas, pero sabía que, si no llevaba a cabo este acto, me iba a encontrar incómodo para la faena del día.
También, que los gritos o las broncas se sucedían casi todos los días, según recuerdo, y la mitad de las veces, por nimiedades y tonterías. Te empujaban a dejarte la piel, y que, luego, como superiores, no te agradecían el esfuerzo. Pero eso ocurría nunca, y jamás.
Cada mañana, iba al baño dos o tres veces, después de cada pedido. La prisa que nos inculcaban y exigían, eran demasiado inhumanas. Por suerte, un compañero de otro comercio, me aconsejó que, si durante el reparto, me entraban ganas de orinar, que utilizara una de las bolsas del pedido, cuando ya estuvieran vacías. Seguí su consejo, pero había que buscar el momento y el lugar.
Había escuchado historias de repartidores que, tras el reparto, se meaban en los montacargas. Y doy fe: en el Barrio Salamanca hay muchos meones. Bastaba con hacerlo después de entregar el pedido, y a la salida del mismo, para molestar al portero.
De ahí que, en ocasiones, cuando la ocasión la pintaban calva, me orinaba en la bolsa del interior de la caja, y la enrollaba, y la tiraba al contenedor. Cuando surgía la ocasión, me demoraba unos minutos. El tercer año, que era el último del contrato, aprovechaba para demorarme, cuando los pedidos estaban alejados. Pronto comprendí que se aprovechaban de mi bonhomía, y que el sr Martínez, el otro encargado, me echaba la bronca porque tenía problemas en casa, lo cual, para un encargado que te decía "llegarás lejos" era una afirmación trampa. Llegarás lejos, pero a la cola del paro.
No son recuerdos agradables, pero siempre me han parecido medidas dictatoriales: no puedes comer el bocadillo si no te vienes a las siete de la mañana, para colocar los productos de los carros; tienes que pagar la comida, y todo lo que consumas en la tienda; no puedes ir al baño cada dos por tres. Si recuerdo la molicie del cuerpo, el agotamiento, y que te echen la bronca sin venir a cuento, cuando trabajas de una manera intachable. Hay personas que carecen de alma, pero que tienen un ego que les sobresale demasiado, en forma de opulenta barriga, como el sr Martínez. Martínez y Fernandez, que os den...

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