Como mi compromiso en esta etiqueta es ir mostrando cómo avanza el borrador de mi novela (una de tantas) he de reconocer que, tras un mes inactivo, el regreso es muy duro. No he perdido el hilo de cada capítulo, pero he perdido el importante eslabón de la escritura. ¿Significa esto renunciar a ello? No. Ni hablar.
En este caso, se trata de recuperar las frases del último capítulo escrito. No sé cuando me pondré a la tarea, e ignoro cuando me pondré a la tarea, en serio.
Escribir parece muy sencillo cuando se va con mapa y brújula. Si he de ser sincero, a la hora de escribir, añun teniendo mapa, prefiero la brújula. El mapa puede ser tedioso y cansino. Se ha repasado millones de veces, con las ideas calculadas, la estructura, y todos los recursos. Y, ¿qué queda al final? Nada.
La investigación preliminar la prefiero a la manera de Joyce, trabajo en progresión. Muchos escritores lo hacen. No todos. Prefieren escribir sobre seguro. Pero, cuando podré escribir, por lo menos, el capítulo, completar el resto de las palabras que me quedan, no lo sé. Para escribir necesito estar de una manera especial. Las ideas claras, y abrir el archivo y escribir, no sólo para disfrutar, sino para divertirme, en este oficio de tinieblas, y sentirme relajado. Si no es así, no suelo abrir el archivo, porque sé que no escribiré nada. Pero eso no significa que el mundo vaya a acabarse. Hace tiempo qu el mundo se acaba.
Por otra parte, escribir la novela, la concentración (tardo un par de días por cada capítulo, las mil palabras), la intensidad-no mucha, porque no soy un escribidor que se pasa seis horas escribiendo, no me es posible, escribir durante seis u ocho horas seguidas-, y sentirme bien, dispuesto a la faena de crear mundos de ficción, por lo menos, hasta que llegue el momento. Nos vemos.
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