Escribir: una obsesión, o una necesidad, una de las muchas necesidades que son una parte importante de la creación. Se escribe por muchas razones. Pero escribir y ocupar hojas y hojas, páginas tras páginas, es una sensación de estar creando algo. Pero la creación suele ser personal, íntima, aún más íntima en la poesía. En la prosa, más directa, la escritura es más amplia. Mundos enteros se crean cada día, sean conocidos o no. Y no es exraño tropezar con el Planeta X en los libros de ciencia o de ciencia ficción (Ci-Fi); porque la escritura tiene su testimonio: es.
Al ser, nos creamos a nosostros mismos, completamos aquello que nos falta, que se nos escapa. Pero la creación nos recompone y libera. En ocasiones, escribir es una esclavitud, bien o mal llevada, porque escribir, raras veces, es gratis, si no es para ganarse la vida. Por suerte, aquí se encuentran los blogs. Es posible escribir sin que nada cueste, porque nos permiten, por lo menos, la capacidad de abrir un soporte, y llevar una especie de journal, pero es un diario público. Y, sin embargo, es una suerte de Bitácora, que ya ha perdido su razón de ser, porque en la bitácora se anotaban los grados y medidas del trayecto.
La escritura es un trayecto, un viaje. ¿Cómo aceptamos este viaje? En ocasiones, sin mapa ni brújula. A la ventura. O a la aventura. Cada día la escritura continúa, es una imprecisión, cada día en estas entradas, siempre queda, por lo menos, un nuevo etc, un continuará, y nuevas visiones de nosotros mismos, planeando aquello que se planeará mañana, o los días siguientes.
Siempre mirando hacia el futuro.
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