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sábado, 1 de diciembre de 2012

Empieza un mes que acaba el año

Un mes, en este año 2012 que ya ha envejecido y que termina. Un mes en el que el mundo estará más liado. El mes pasado dejamos una serie de locos asesinatos. También, que nos quieren dejar sin nada, que quieren aprovecharse de ciertas debilidades.
No, este año no ha sido agradable, pero, si nos cruzamos de brazos, entonces será mejor ponernos las pilas. No podemos quedarnos con los brazos cruzados este fin de año. Es hora de eliminar la anestesia de nuestros cuerpos y mentes. Nos quieren apretar, pero es necesario reaccionar.
La palabra es "reacción". No debemos permitir que, tras la privatización, la congelación de las pensiones, y la eliminación de las mismas, como dijo el portavoz de la OCDE, se nos muestren como benignas, en un país que ya no crea empleo. Entonces, en este caso, habrá que crearlo. No podemos gastar aquello que no tenemos. Pero, que yo recuerde, jamás he pedido un crédito al Banco.
Nos queda, por lo menos, la capacidad de demostrar que podemos hacer lo justo. Pero ya nos están apretando las tuercas. La corrupción campa a sus anchas, y la estupidez de cualquier juez o magistrado es de risa.
El miedo es la trampa que nos controla. La estupidez está de moda y, desde luego, el país se está volviendo insoportable. La división de la península, los nacionalismos, el terrorismo: eso de que, por detener a un par de etarras que intentaban un atentado, significa "ir por mal camino", palabras de una diputada de Bildu, que ya no quiere recibir "órdenes de Madrid". Desde luego, es para tener miedo a los fantasmas, de estos fanáticos que, a lo mejor, desean imponer la ley del Oeste. Valga que, por lo menos (otra vez), nos dejen sin nada; pero hay que parar los pies a estos espantajos que nos tienen preparada una sorpresa estas navidades.
A estas alturas, ¿quién teme a los fantasmas?

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