"Había una vez un hobbit que vivía en un agujero en la tierra... ", así empieza la aventura, según Tolkien, de Bilbo Bolsón. En su hogar, muy cómodo, puesto que está mal visto entre los hobbits que uno se vaya de aventuras. Como en todas las narraciones épicas, esta empieza con un viaje, en donde se muestra el valor, la amistad, y la unión. Bilbo Bolsón, acompañados de Gandalf y los Enanos (creo que son doce, y ya son demasiados) se dedican a viajar por la Tierra Media en busca de un Tesoro, el Tesoro de Smaug.
Se trata de un dragón. El último de los dragones, y parcialmente inteligente, pues hasta habla y todo. Pero antes, Bilbo se tropezará con Gollum, un hobbit castigado por el mal de Sauron, y del Anillo Único, que se lo arrebata con adivinanzas, y Gollum jura vengarse.
Bilbo Bolsón aprende que es necesario ser astuto y sagaz en muchas ocasiones; pero Bilbo ya no volverá a ser el mismo después de este intrincado viaje. Cambia, al tiempo que se vuelve el hobbit más rico de toda la Comarca, y su aventura queda reflejada en un libro, en unas crónicas, que continuarán con El Señor de los Anillos.
Como este viernes, por la huelga, me será difícil verla, intentaré leer, de nuevo, el libro. Es una novela, pero también es una suerte de fábula, en donde los valores que hemos perdido se recuperan. Y sé que Peter Jackson ha hecho un gran trabajo. Siempre tiene en mente dónde pondrá la cámara, buscando planos originales, porque Jackson sabe muy bien trabajar con el guión, y estoy seguro de que tiene a mano la novela para inspirarse. Ya lo hizo con la trilogía anterior.
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