Es increíble como un hecho real puede transformarse en ficción, como por ejemplo, el resultado de un amigo, que suelo ver martes sí, martes no, que ha conseguido su primera cita, después de más de una década sin tratarse apenas con el sexo femenino.
Pero se ha demorado más de un año, hasta tal punto, que poco ha faltado para perderla para siempre. Por suerte, ha conseguido el teléfono y la esperanza de poder ver a esa sevillana de mucho tronío, agradable y de buen trato, que demuestra su bondad y gracia allá por dónde va.
Es taquillera, pero ya le cumple el contrato; pero, con la esperanza de permanecer fija, la empresa le ha afeado la esperanza, y los tres años, no han servido para ponerla fija en la plantilla. Parece una ficción, o un hecho que ya es muy común en este país; pero el asunto es más serio. Por lo menos, han quedado para charlar, o hablar, o platicar, y me alegro por él y por ella, por ambos. Son dos buenas personas, pero mi amigo casi llega tarde. Ahora le toca el turno de conquistarla poco a poco, y que se deje de hacer castillos en el aire.
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