Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita. No basta con hallar este libro manuscrito de un clásico de las Letras Hispanas. El libor está escrito de seguido, con ligeras correcciones del autor. Esto convierte a este material, incluyendo las hojas, que se cosieron y encuadernaron después, en un descubrimiento de infinitas cualidades.
Siempre me han fascinado estos originales, llenos de arte y ciencia, como un postre siempre actual, en donde se distinguen las hojas casi carcomidas, la delicadeza del volumen glorioso, la impresión de quien con una pluma de ganso y tinta, escribió tal obra de inmensas magnitudes.
Y escribo más: la apretada letra del escritor, los versos que salen como inspirados por un plan más grande y complejo; la celeridad como se redactó, o el tiempo que llevó escribirlo, de día o a la luz de los candiles, de velas que se agotaban, de hachas que inundaban la instancia, tal vez fría, y al fuego de las pieles y el hogar.
De ahí que mi interés al encontrar estas imagénes me ofrezcan la sensación de que la escritura nunca ha muerto, y que jamás será fría (eso queda para los administrativos y demás), que la escritura tiene vida propia, y que el arte es infinito. Primero fue el boceto, luego, la obra finalizada y rubricada. La firma del autor a sol y a sombra.
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