Por lo menos, aquí, en España. Los sindicatos, de un tiempo a esta parte, no han hecho otra cosa que perjudicar a los trabajadores. Con recibir ayudas del Gobierno, las subvenciones, que por suerte el Gobierno ha interrumpido con buen tino, y nada de derechos para el trabajador.
Hay más, hoy ha sido una huelga política, y ya se sabía. Después, por ejemplo, que la huelga está perjudicando al país, y que se manifiestan cuatro perroflautas y extremistas de la izquierda. Hubo violencia, y dos canales autonómicos (Telemadrid y La Otra) interrumpieron su emisión, por la presión sindical-y eso que los empleados querían trabajar-; es para pensarse las cosas.
La huelga es política. No se entiende que no están haciendola por los derechos del trabajador, sino porque se han quedado sin la teta de la vaca del Estado, que ya se ha cansado de tanta holgazanería y mariscada.
Apenas con Zapatero fue una pataleta; pero ahora, a Rajoy se le culpa de una herencia que ha tenido que recoger con pinzas, porque se hallaba en las últimas. Desde luego que el sindicato no es un invento de ahora, pero aquí, está claro que se creó en un principio para invulnerar los derechos del trabajador, como un escudo, pero Toxo y Méndez no han hecho otra cosa que actuar con una hipocresía que es palpable. Han perdido prestigio, y se ha creado una fisura en la sociedad. Los sindicatos apenas tienen poder y espacio para respirar.
Otra tangencia.
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