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sábado, 17 de noviembre de 2012

La literatura portátil de los cuadernos de notas

Ciertamente, escoger un cuaderno y empezar a poner en cada línea algún fragmento de literatura propia, de escritura original propia (en el sentido de que se trata de escritos, prematuros o no, de un autor conocido o no) ya se crea una firma. La firma no trascenderá, pero es muy posible que, debido a esto, la trascendencia no sea necesaria.
De momento, tengo un par de cuadernos de notas, y alguna que otra libreta que no ha llegado a terminarse. Contiene, sobre todo, algunas notas y dibujos, y un maremágnum de ideas y varios tsunamis de pensamientos.
Escribo cuando necesito plasmar una idea o para evitar que se me escape algún que otro argumento. Y he descubierto que se trata de "literatura portátil". No está mal. me gusta la definición. De hecho, la literatura portátil tiene la capacidad de crear grandes obras y mastodónticas novelas. Pero ni Tolstoy ni Dostoievsky entrar del todo en esta definición (por una parte, porque, más que escribir corto, escriben amplio y ancho, y crean obras maestras de tropecientas páginas o mil); pero estoy seguro de que, a su manera, guardaban cuadernos de notas, apuntes dispersos, algún que otro diario personal, y sus avances los mostraban a sus editores y amigos por correspondencia.
Agradezco a Vila-Matas que nos haya abierto las puertas a una sociedad hermética que primaba sobre la literatura breve o portátil, de obras en miniatura. Queda por establecer dónde quedan los "libros perdidos" que, aún escritos, jamás se los pudo poner la mano encima, porque se perdieron, tanto de sus cajones, como de los archivos del ordenador.

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