La escritura siempre queda. Basta observar que casi todo es motivo de escritura. De una manera u otra, la realidad es posible interpretarla, hasta cierto punto, en donde emborronar algunos folios, o cuadernos o libretas (que son cuadernos en miniatura) se tiene la certeza de liberarse de un peso de encima, que es algo así como dejar libre la capacidad creativa.
De hecho, siempre es necesario escribir. Per hay millones que escriben y no publican. O lo contrario, que apenas escriben, publican. Es importante ser leído; pero es más importante ser leído. O no. Después de todo, eso que llamamos creatividad es relativo. Como las fórmulas matemáticas, que un día son válidas, y al siguiente se han impuesto otras. O las teorías científicas, en donde un día vale una, y al día siguiente, se ha expuesto otra que la barre.
Escribir es semejante a que un día se esté "inspirado" y al siguiente llegue la sequía, o se pierdan los archivos, y no queda nada que sostenga todos los pilares de los trabajos presentados. En fin, que no siempre el Destino se porta bien con uno. Y el despiste.
Como todo escritor, escribir es esencial para seguir viviendo, o se vive para escribir. O de la misma escritura. Por eso de ser muchos los llamados y pocos los elegidos. Por suerte queda la ventaja del manuscrito, de la escritura a mano, porque, en este caso, no se pierde del todo. Además, dentro de 5000 millones de años, es posible que los ordenadores ya no existan, porque habremos regresado a la Edad del Hierro.
Pregunto, ¿para qué sirven, en este caso, estos soporte de ínfima duración?
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