Un año de desgracias y de tirantes convivencias. Nada más empezar enero, el terrorismo islámico, y, por suerte, se evitó que ETA hiciera de las suyas. Cada mes se ha sumado a una nueva desgracia. El año que empieza mal, generalmente, suele ir a peor, hasta tal punto que, en este caso, el año sigue, pero las desgracias se suman.
Ha sido un año terrible, marcado por la corrupción. Por culpa del Urdangarín de turno, llevándose la saca del dinero. O el ordenador que estuvo un mes en reparación. Bueno, ha pasado de todo. Por lo menos, ha habido momentos de alegría, los menos, porque el mundo se ha sumido en un caos, y la Naturaleza se ha puesto a sumar, en vez de restar.
Nuevas vidas han llegado. Este año ha sido noticia que, dentro de cincuenta años, los españoles nos habremos extinguido. Será mejor que los políticos se pongan las pilas, y que saquen un decreto-ley, en donde se especifique que, el Presidente del Gobierno, ha de ser de nacionalidad española. Dentro de cincuenta años, ya nos vemos con un ponypayo gobernando nuestras vidas, y transformando el país en una deficiente colonia americana.
En fin, que han pasado muchas cosas, y el año ha sido muy difícil. Esperemos que, el año que empieza, a partir de mañana, sea, por lo menos, más transitable. Y que dejen de subirnos hasta el IVA, y demás impuestos; y que Rajoyman, cumpla sus promesas, que ya es hora. Y que sea, por lo menos, o por lo más, un Feliz Año Nuevo, el siguiente año: 2013.