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viernes, 3 de junio de 2011

¿Cómo sabemos que la Historia es oficial?

No pienso ponerme partidario de un punto de vista a otro. Empiezan a descubrirse rasgaduras en la Historia que conocemos. Por ejemplo, Napoleón murió envenenado por su propio médico, que era un inglés de su confianza. Llegó a tanto su dolor de estómago, que siempre depositaba una mano sobre el abdomen. Es más, quien no haya sentido el dolor de estómago por un tóxico, con una acidez molesta e inusitada, imposible de doblegar, no conoce lo que significa que el estómago te lacere la existencia por cualquier tóxico o astrigente.
El Emperador que logró conquistar el Continente europeo, para el Imperio francés, murió por el odio de un médico, sabiendo que Napoleón, valía más muerto que vivo. Y razón no le faltaba. En su Diario y Cartas, Bonaparte explica como le duele el estómago, con la fiebre, y con los constantes vómitos que lo dejaban cansado y extenuado, y que hendía y magullaba su propia autoestima. En una de las epístolas al monarca inglés del momento, le cuenta sus sospechas, es el médico inglés que no se despega de él. La misiva fue interceptada, y el Rey ni se enteró.
Años después, se comprobó que Napoleón Bonaparte fue envenenado a propósito, por una gran suma de dinero que unas manos en la sombra le ofrecieron al galeno particular. Poco después, el galeno era ejecutado. Cometer un magnicidio tal, en un héroe y rendido conquistador, equivalía condenarse al cadalso.
¿Demostró el médico ser astuto e inteligente? A mí manera de verlo, el médico, en cuestión, fue detenido, porque tenía las piernas más cortas que su víctima.

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