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miércoles, 8 de junio de 2011

Un aventurero peculiar

Es posible que su porte sea ligeramente distinguido, y que este retrato no le haga justicia, por su enclenque físico y manifestación. Pero el barón de Batz, ha sido un aventurero en busca del riesgo.
Durante los primeros días de la Revolución, se dedicó a una sola ocupación: irritar a la Asamblea, registrarse con falsos nombres, en donde el Consejo no daba nunca con él. Las hazañas del realista barón de Batz, rozan lo inverosímil. Gran amigo de la locura, en el sentido de que, para salir en la Historia, hay que hacer un hecho imposible, el barón de Batz, se las ingenió para tratar de molestar, como una mosca cojonera, a dicho régimen revolucionario.
Batz comprendió más cosas: como se trataba del pueblo llano, la corrupción imperaba entre los funcionarios de alto rango. Un golpe audaz, eso de ofrecer un millón de ducados, para lograr la fuga de su reina, María Antonieta.
Su plan dejó en evidencia que la corrupción imperaba. Pero el Consejo ocultó su debilidad, negándola (como cuando Chávez dijo que por cuatro perras, no merece la mayor importancia; pero Chávez está forrado); así es la política: negar lo deshonroso y lo negativo.
Y eso se supo cuando el propio aristócrata se las ingenió para fugar a la austríaca. La evidencia se debió al corrupto Cordey, y a varios realistas, que se introdujeron en las Tullerías. Había más realistas que sansculotes, y eso era una ventaja.
A Batz no se le torcieron las cosas. Fue sólo que la Tison, espía maledicente, mediocre, pero traidora, supo de la inminente libertad de la reina, que ya no lo era, por decreto. Todo se echó a perder; pero Batz demostró su valentía, a pesar de no lograr su objetivo, porque, seamos sinceros, el barón de Batz era honesto, y jamás pidió una prebenda o favor o ayuda a la reina. No necesitó ni dinero, ni gracias, porque siempre creyó en las figuras de los monarcas.
Naturaleza tan noble es digna de premio. Pero su heroicidad fue una suerte de comedia de aventuras, en donde, el riesgo, es la moneda necesaria para el valor. Por suerte, la hoja no se manchó con la sangre de tan peculiar héroe de acción. Su despierta inteligencia y astucia, ha quedado para la Historia, de cómo un ser humano, a pesar de su fracaso, fue triunfador para la eternidad.

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