Al llegar a este mundo, nada se nos ha dado gratis. Llegamos con lo que dejamos de otros momentos, limitados por el deseo y la materia. Porque la materia nos limita, pero nuestra mente, que no sólo es el cerebro, ni las neuronas ni sus conexiones, ni la química, ni las hormonas, si no que es, para llegar a una definición, es una cuestión más infinita que no hemos resuelto.
Nuestra mente es un billete en blanco al que le damos el valor de crear. Podemos ponerle un precio, pero siempre se alejará de nuestras limitaciones materiales. Bueno, sí, ya saldrá Heidegger y Rusell por algún sitio, e incluso Kant, que siempre ha defendido que nuestro aprendizaje es a priori, en algunas ocasiones, por nuestro equipaje, pero que el a posteriori es después. De todas maneras, estoy convencido de que ambas afirmaciones son fantásticas, porque, aún ofreciendo pruebas argumentadas, la investigación de nuestra mente, está más allá de lo que avanza la ciencia, y en pañales.
Luego salta algún científico que quiere hacerse un nombre, y nos tima a todos, porque su descubrimiento se ha convertido en agua de borrajas. En esto, la filosofía no hace más que dar tumbos. Incluso José Antonio Marina admite que no hemos llegado a comprendernos del todo, porque hasta los que carecen de mente privilegiada, cometen tantas torpezas como los conocidos como inteligentes.
Y, hay que admitirlo, porque este préstamo de la existencia, para sobrevivir, es relativo, como la Teoría de Einstein. Veremos que nos ofrece el futuro, y a esperar.
Nuestra mente es un billete en blanco al que le damos el valor de crear. Podemos ponerle un precio, pero siempre se alejará de nuestras limitaciones materiales. Bueno, sí, ya saldrá Heidegger y Rusell por algún sitio, e incluso Kant, que siempre ha defendido que nuestro aprendizaje es a priori, en algunas ocasiones, por nuestro equipaje, pero que el a posteriori es después. De todas maneras, estoy convencido de que ambas afirmaciones son fantásticas, porque, aún ofreciendo pruebas argumentadas, la investigación de nuestra mente, está más allá de lo que avanza la ciencia, y en pañales.
Luego salta algún científico que quiere hacerse un nombre, y nos tima a todos, porque su descubrimiento se ha convertido en agua de borrajas. En esto, la filosofía no hace más que dar tumbos. Incluso José Antonio Marina admite que no hemos llegado a comprendernos del todo, porque hasta los que carecen de mente privilegiada, cometen tantas torpezas como los conocidos como inteligentes.
Y, hay que admitirlo, porque este préstamo de la existencia, para sobrevivir, es relativo, como la Teoría de Einstein. Veremos que nos ofrece el futuro, y a esperar.
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