Llevábamos tiempo esperándolo; pero, tanto el otoño como el invierno, se han dedicado a darnos estas sorpresas. Ni un invierno demasiado frío (que lo hubo, a días salteados como los picatostes en puré de verdura), ni demasiado helado.
Doy la sensación extraña de hablar siempre del tiempo meteorológico, pero verás que de eso habla todo el mundo. Pero lo de este año, es especial, en otoño, alguna que otra nevadilla que desaparecía en un suspiro. O nieve en la sierra, en plena primavera. Desde luego, me da la sensación de que un alguien controla el flujo de los resfriados y de los “torraos”, como dicen en el barrio.
A estas alturas, vamos a estar todos cociditos, porque parece el verano más caluroso. No conocía un verano así, desde el año 1996. El Eterno Retorno de Nietszche se repite. A este paso, se van a derretir hasta los teléfonos móviles, y ahí, es nada.
Escribo esto por la tarde, mientras el calor sobrepasa todas las expectativas, porque parece que la temperatura se elevará. Ahora mismo, en la Hyerocueva hace una temperatura de 30ºC, y subiendo. Y eso que está puesto el ventilador. Es un exceso que el otoño nos pasará factura. También es debido a que, como el eje de la Tierra se ha movido, el Sol haya modificado su ataque, aumentándolo.
En las noticias aconsejan crema de 50. Este consejo me recuerda al de Robocop, sólo que la crema era más espesa, y de factor 5000. Ahí es nada.
Y lo peor no es eso. Los animales lo notan más, y prefieren la sombra al calor. Se despiertan antes y, desde luego, se trata de un ciclo que no ha cambiado en unas décimas. Los cambios serán graduales, porque, a estas horas, ya ni se oye el canto de pájaro alguno.
Esta sorpresa tórrida estival nos ha pillado de improviso. Teníamos conocimiento del mismo durante las estaciones pasadas. Si mal no recuerdo, hubo dos veranillos de San Miguel, uno seguido del otro. Y la cosa no termina ahí. Hizo calor primaveral ¡en invierno! Y calor veraniego ¡en primavera! Creo que la Prima Vera, en ese momento tuvo un sospechoso clímax placentero, porque el tiempo que le acompañaba era demasiado inusual.
O demasiado atractivo.
Aparte de esto, por lo menos el verano nos mostrará las bellezas anatómicas en la playa y en la piscina. Ya se nota la escasez de ropa, y que, en este caso, la tormenta de calor será muy prometedora. Sin ir más lejos, me quemé en la piscina, y la espalda está gritando. Ahora está desapareciendo el dolor; procuraré ser más prudente.
De tan anciano que es el tiempo meteorológico, en sus últimos pasos al siglo XXI, está chocheando. No se aclara. Está claro que necesita ayuda, y no creo que sea por la capa de ozono, ni el desastre medioambiental o la inexistente e hipotética amenaza de Gaia, referente hacia la elevación de la temperatura, producida por otros factores conocidos desconocidos conocidos.
Hasta este punto, uno se alegra de que sea, por fin, verano. Pero, que haya brisa, de vez en cuando, se agradece. Que no se diga que el verano es un infierno, o que el otoño o invierno fue demasiado frío. Cada estación tiene su cometido, pero el siglo XXI ya ha comenzado con mal pie.
Mientras escribo estas líneas, estoy en la Hyerocueva torrándome por todos los lados. Pero, por lo menos, he encontrado un tema para otra entrada. Un apunte más, o algún comentario. Ya veré, porque no se puede tener todo en la vida, porque, a largo plazo, uno se aburre. No es necesario tener todo, desde luego, lo mínimo es aceptable. Lo deficiente y estéril, exagerado. ¿Para qué tener todo si basta con el Mundo en la palma del espíritu? Feliz verano que hace tiempo, ha empezado.
Doy la sensación extraña de hablar siempre del tiempo meteorológico, pero verás que de eso habla todo el mundo. Pero lo de este año, es especial, en otoño, alguna que otra nevadilla que desaparecía en un suspiro. O nieve en la sierra, en plena primavera. Desde luego, me da la sensación de que un alguien controla el flujo de los resfriados y de los “torraos”, como dicen en el barrio.
A estas alturas, vamos a estar todos cociditos, porque parece el verano más caluroso. No conocía un verano así, desde el año 1996. El Eterno Retorno de Nietszche se repite. A este paso, se van a derretir hasta los teléfonos móviles, y ahí, es nada.
Escribo esto por la tarde, mientras el calor sobrepasa todas las expectativas, porque parece que la temperatura se elevará. Ahora mismo, en la Hyerocueva hace una temperatura de 30ºC, y subiendo. Y eso que está puesto el ventilador. Es un exceso que el otoño nos pasará factura. También es debido a que, como el eje de la Tierra se ha movido, el Sol haya modificado su ataque, aumentándolo.
En las noticias aconsejan crema de 50. Este consejo me recuerda al de Robocop, sólo que la crema era más espesa, y de factor 5000. Ahí es nada.
Y lo peor no es eso. Los animales lo notan más, y prefieren la sombra al calor. Se despiertan antes y, desde luego, se trata de un ciclo que no ha cambiado en unas décimas. Los cambios serán graduales, porque, a estas horas, ya ni se oye el canto de pájaro alguno.
Esta sorpresa tórrida estival nos ha pillado de improviso. Teníamos conocimiento del mismo durante las estaciones pasadas. Si mal no recuerdo, hubo dos veranillos de San Miguel, uno seguido del otro. Y la cosa no termina ahí. Hizo calor primaveral ¡en invierno! Y calor veraniego ¡en primavera! Creo que la Prima Vera, en ese momento tuvo un sospechoso clímax placentero, porque el tiempo que le acompañaba era demasiado inusual.
O demasiado atractivo.
Aparte de esto, por lo menos el verano nos mostrará las bellezas anatómicas en la playa y en la piscina. Ya se nota la escasez de ropa, y que, en este caso, la tormenta de calor será muy prometedora. Sin ir más lejos, me quemé en la piscina, y la espalda está gritando. Ahora está desapareciendo el dolor; procuraré ser más prudente.
De tan anciano que es el tiempo meteorológico, en sus últimos pasos al siglo XXI, está chocheando. No se aclara. Está claro que necesita ayuda, y no creo que sea por la capa de ozono, ni el desastre medioambiental o la inexistente e hipotética amenaza de Gaia, referente hacia la elevación de la temperatura, producida por otros factores conocidos desconocidos conocidos.
Hasta este punto, uno se alegra de que sea, por fin, verano. Pero, que haya brisa, de vez en cuando, se agradece. Que no se diga que el verano es un infierno, o que el otoño o invierno fue demasiado frío. Cada estación tiene su cometido, pero el siglo XXI ya ha comenzado con mal pie.
Mientras escribo estas líneas, estoy en la Hyerocueva torrándome por todos los lados. Pero, por lo menos, he encontrado un tema para otra entrada. Un apunte más, o algún comentario. Ya veré, porque no se puede tener todo en la vida, porque, a largo plazo, uno se aburre. No es necesario tener todo, desde luego, lo mínimo es aceptable. Lo deficiente y estéril, exagerado. ¿Para qué tener todo si basta con el Mundo en la palma del espíritu? Feliz verano que hace tiempo, ha empezado.
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