Luis XVI era lento en tomar decisiones, pero fue un títere en manos de su mujer, María Antonieta. Es posible que ser culto e inteligente, que fue lo que coronó su juventud, y su timidez, también, en parte, se debiera a que le costaba tomar decisiones. Pero Luis XVI no era como su padre, Luis XV, el Rey Sol.
A Luis XVI le encantaba salir de caza, todas las mañanas, mientras los consejeros y asesores, se hacían ricos a su costa, y trataban de aprovecharse del chollo. Pero si se dejan en manos de algunos quienes, el asunto no funciona.
El abandono de Francia se dejó ver mucho después. Con la madurez, Luis XVI se volvió más cauto. Sin embargo, la guillotina pendía sobre su real cuello. Podemos comparar el débil gobierno del monarca, con la legislatura socialista, en donde el Gobierno es débil, y echa la culpa a la oposición.
Por lo menos, Luis XVI siempre optó por la paz, en pleno auge de la Revolución Francesa. Intentó la fuga, con toda la familia real, con el amante de la Reina, el Conde Fersen; pero todo fue inútil. Error de ambos, porque si el pueblo francés hubiera conocido, años antes, la personalidad de sus monarcas, el trágico final no se hubiera establecido. Pero, repito, Luis XVI, no era Luis XV, y los ciudadanos esperaban sangre a toda costa.
Un rey débil provoca un estado deficiente. Si no se toman las decisiones adecuadas, se pierde la jugada. Sencillamente, Luis XVI el Lento, siempre fue lento en sus decisiones; pero eso le costó el trono, y que dejara de ser rey, por decreto. Tanto la austriaca, como el francés, perdieron todas las oportunidades. Esperemos que aquí, con las Elecciones Generales, ganemos lo que con un gobierno pusilánime, hemos perdido.
A Luis XVI le encantaba salir de caza, todas las mañanas, mientras los consejeros y asesores, se hacían ricos a su costa, y trataban de aprovecharse del chollo. Pero si se dejan en manos de algunos quienes, el asunto no funciona.
El abandono de Francia se dejó ver mucho después. Con la madurez, Luis XVI se volvió más cauto. Sin embargo, la guillotina pendía sobre su real cuello. Podemos comparar el débil gobierno del monarca, con la legislatura socialista, en donde el Gobierno es débil, y echa la culpa a la oposición.
Por lo menos, Luis XVI siempre optó por la paz, en pleno auge de la Revolución Francesa. Intentó la fuga, con toda la familia real, con el amante de la Reina, el Conde Fersen; pero todo fue inútil. Error de ambos, porque si el pueblo francés hubiera conocido, años antes, la personalidad de sus monarcas, el trágico final no se hubiera establecido. Pero, repito, Luis XVI, no era Luis XV, y los ciudadanos esperaban sangre a toda costa.
Un rey débil provoca un estado deficiente. Si no se toman las decisiones adecuadas, se pierde la jugada. Sencillamente, Luis XVI el Lento, siempre fue lento en sus decisiones; pero eso le costó el trono, y que dejara de ser rey, por decreto. Tanto la austriaca, como el francés, perdieron todas las oportunidades. Esperemos que aquí, con las Elecciones Generales, ganemos lo que con un gobierno pusilánime, hemos perdido.
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