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martes, 7 de junio de 2011

Mirabeau

Este hombrecito no se me ha antojado nunca listo, pero si muy intrigante. Jugaba a dos manos, hasta que la catástrofe se vino encima. Qué idea astuta y portentosa llevar a la guillotina a los reyes de Francia. Todo sea por el poder.
También recibió lo suyo, pero actuó como espía, y se ocupaba de perjudicar en donde podía, para sacar un tajo de su interés. Aunque en el retrato se vea un porte noble, en Mirabeau se ve como hace estragos, la buena mesa, los vicios, y las conspiraciones.
Cuando llegó la catástrofe, prefirió renunciar, hasta tal punto, que la renuncia fue a favor de sus intereses. A rey muerto, rey puesto. No cumplió con su trabajo, sino que trabajó como espía doble, para la Revolución. Lo mejor era estar del lado ganador, porque tanto la reina como el rey, formaban parte del equipo perdedor.
Mirabeau. Apellido de rancio abolengo, pero, en este caso, de una nobleza baja y chabacana. Napoleón Bonaparte, cuando se coronó Imperator de toda Europa, no le tuvo en cuenta, porque para él, Emperador, conquistador del mundo, el noble no significaba gran cosa.
Mirabeau no se arredró, e intentó buscar alguna manera de afianzarse. Tuvo suerte de que Bonaparte no lo desterrara, porque el propio Mirabeau jugaba a dos barajas. Hecho insólito, porque ambas barajas no le sirvieron de nada, cuando Napoleón empezó a revisar todos los títulos, y los eliminaba o no concedía nada, por una serie de caprichos políticos. Mirabeau no existía, y sí Bonaparte. Pero todos los Mirabeau del mundo, no podrían mover al pequeño coloso, que se convirtió en el líder más poderoso del Globo, pues el sol austríaco se había eclipsado, ante una esfera, quizás, más brillante.

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