
Ojo de Halcón cayó en el alcohol, en la depresión y en una baja autoestima. En este álbum especial, el arquero se vio obligado a penetrar en su interior. De hecho, hay unas viñetas, en donde se dedica, en unas vías de metro abandonadas, en el exterior del peligroso Barrio de Harlem, a practicar con el arco. Al principio, falla. Gasta un montón de flechas, hasta que logra dar en el blanco, y con otra flecha, atraviesa la primera, como en “Robin Hood”, muy al estilo Errol Flynn. En ese momento, intentan darle una paliza, unos delincuentes o una banda, pero los asusta con flechas explosivas, hasta que se asustan, y piensan que el vengador se ha vuelto loco, y peligroso.
No voy a desvelar el final. Recuerdo que, cuando lo leí, me identifiqué un poco con su descontrol. Había perdido el apoyo de sus compañeros de grupo, y pasó los Nueve Círculos Dantescos, para hallar en que había fallado. El problema no estaba en él, sino que averiguó que había muerto un familiar a manos de un criminal. Esto casi lo destruye, pero le permitió restablecerse, y salir fortalecido. Está claro que Stan Lee es un especialista en historias humanas, porque, cuando se humanizan los superhéroes, se encuentran más cerca de nosotros. Claro que, el uniforme, se las trae, de un colorido azul, a rayas moradas, una “H” en el antifaz. “H” de “Hawkeye” (Ojo de Halcón), el arquero.
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