Hay millones de mundos, y pertenecen a los pensamientos y desazones de quienes anotan, cada día, la parte más importante de sí mismos: su espíritu. Y lo plasman con afán de investigación interior, con la fascinación de que hay más de un mundo en este planeta, y que no necesitamos pensarlo más. La Tierra es nuestra cuna y lecho de muerte.
Nos debemos a ella, porque, aún distanciándonos, la Tierra es el origen. Pero puedo estar equivocado, y las anotaciones, siendo libres, no completan del todo un mundo, sino millones de mundos en el mundo. Con los cuadernos de notas sucede lo mismo: cada anotación es un mundo que se revela, una pensamiento que se abre, aunque vago, pero es el apunte de la emoción del momento, intentando lograr, por lo menos, atrapar ese momento de eternidad.
Hay momentos en que uno no se encuentra muy inspirado, hasta que llega ese apunte que se tomó, para retomar la idea. O cuando el escritor se siente sin guía, basta con releer lo anotado, para que lo creativo se inicie, de una manera excepcional, muy adentro del enigma indescifrable de la escritura.
La escritura se puede cifrar, y como hacía Da Vinci, codificarla. Pero, incluso hay apuntes que sólo significan una cosa; pero, luego, da la casualidad, de que, ese mismo significado, oculta otros. Porque un hecho se cumple: los mundos son infinitos, en los cuadernos de notas.
(Dedicados a los cuadernos de notas, y a quienes los utilizan)
Nos debemos a ella, porque, aún distanciándonos, la Tierra es el origen. Pero puedo estar equivocado, y las anotaciones, siendo libres, no completan del todo un mundo, sino millones de mundos en el mundo. Con los cuadernos de notas sucede lo mismo: cada anotación es un mundo que se revela, una pensamiento que se abre, aunque vago, pero es el apunte de la emoción del momento, intentando lograr, por lo menos, atrapar ese momento de eternidad.
Hay momentos en que uno no se encuentra muy inspirado, hasta que llega ese apunte que se tomó, para retomar la idea. O cuando el escritor se siente sin guía, basta con releer lo anotado, para que lo creativo se inicie, de una manera excepcional, muy adentro del enigma indescifrable de la escritura.
La escritura se puede cifrar, y como hacía Da Vinci, codificarla. Pero, incluso hay apuntes que sólo significan una cosa; pero, luego, da la casualidad, de que, ese mismo significado, oculta otros. Porque un hecho se cumple: los mundos son infinitos, en los cuadernos de notas.
(Dedicados a los cuadernos de notas, y a quienes los utilizan)
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